La vida secreta de las libelulas 2ª Parte

La libélula es reconocible y reconocida por todo el mundo. Pero ¿conocéis su vida secreta? Hoy os desvelamos la segunda parte de este relato naturalista y fotográfico. No os lo perdáis, es toda una historia de terror.

En nuestra anterior entrega sobre las libélulas, os contamos un poco sobre este grupo de invertebrados, de su poca conocida ecología y biología, y destacando algo que normalmente la gente desconoce, y es que son extremadamente carnívoras.

Así mismo, también os desvelamos a todos y todas aquellos/as que no lo sabíais, que además, las libélulas nacen en el agua, y desarrollan toda su fase larvaria, de casi 3 años en algunos casos, en una vida subacuatica, en el fondo de charcas y pequeñas lagunas, viviendo entre las plantas acuáticas, y por supuesto, desde muy pequeñas desarrollando un instinto cazador digno de los grandes felinos salvajes de las grandes llanuras africanas.

Las larvas de las grandes libélulas españolas pueden llegar a tener un gran tamaño, entre cuatro y seis centímetros de longitud. Su aspecto es impresionante, terrorífico, y ciertamente recuerda al monstruo de la película «Alien, el octavo pasajero«. De hecho es bastante similar, incluso posee esa mandíbula inferior que proyecta a gran velocidad para atrapar a las presas. Pasan su vida entre las plantas acuáticas, patrullando su territorio, y devorando cualquier cosa que se mueva y que sea capaz de atrapar y devorar. Literalmente. Su presa potencial puede ser cualquier otro animal, incluso congéneres iguales a ellas, llegando a capturar pececitos, anfibios de pequeño tamaño como ranas y renacuajos o larvas de tritones.

Detalle de larva de libélula © Javier Abad / countrysessions.org

 

Larva de libélula © Javier Abad / countrysessions.org

Las larvas o ninfas de libélula, en su vida acuática, pueden llegar a estar hasta 3 años bajo el agua, mudando su exoesqueleto periódicamente según van creciendo. De hecho es posible que nunca lleguen a alcanzar su vida adulta voladora, si las condiciones de agua y alimento no son propicias. Cuando llega el momento, trepan por el tallo de alguna planta exterior de la charca, y después de varias horas de metamorfosis, salen de su último cascarón con sus flamantes alas para convertirse en la bonita libélula de colores iridiscentes y elegante vuelo que todos conocemos.

©Andrés López / countrysessions.org

©Andrés López / countrysessions.org

©Andrés López / countrysessions.org

Cuando una posible presa está «a tiro» de sus poderosa mandíbula, nuestra joven larva acuática de libélula fija su mirada en ella, y con movimientos muy lentos, como harían los grandes depredadores felinos, se va aproximando a su objetivo. En ocasiones, si tiene mucha hambre, literalmente no espera y se lanza a perseguir a la desdichada presa. La rapidez con la que se desplaza la libélula acuática es espectacular. Para ello utiliza el agua como propulsión, expulsándola a chorro por el abdomen con gran fuerza. La víctima tiene pocas oportunidades. La larva de libélula es un cazador despiadado.  Lanza su mandíbula inferior para clavarlo en el cuerpo de la víctima. Da igual el lugar, lo importante es clavarlo para que no se le escape. Y a partir de ese momento, comienza a devorarla. La víctima si tiene suerte, y si ha sido atrapada por la cabeza, sufrirá unos segundos de agonía. Pero si tiene la desdicha de haber sido atrapada por una de sus extremidades, sufrirá un muerte lenta pues nuestra cazadora no mata a su presa, simplemente la devora poco a poco.

©Andrés López / countrysessions.org

©Andrés López / countrysessions.org

Detalle de las mandíbulas © Javier Abad / countrysessions.org

©Andrés López / countrysessions.org

Desde nuestro punto de vista, y he aquí porque hablábamos en el anterior capítulo de esta historia sobre la moralidad y la sensibilidad de los humanos, estas escenas es pura vida salvaje. Es Naturaleza pura y dura, con toda su dosis de realidad más absoluta. Unos mueren para que otros puedan vivir. Es la Ley más absoluta desde que la vida apareció en nuestro planeta. La larva de libélula es un animal muy común, podemos encontrarlo en cualquier charca, y escenas de caza como las que os hemos mostrado hoy ocurren todos los días bajo las aguas de esas charcas. No es un momento fotografiado de forma excepcional, es simplemente la cotidianidad de la Naturaleza. La supervivencia del más fuerte. Comer y no ser comido.

Como siempre, en Country Sessions nos encanta fijarnos en esas otras formas de vida conocidas por todos, pero poco famosas, de nuestra naturaleza más cercana. Formas a la vez  desconocidas en su vida secreta, como el caso de las libélulas. Y también como siempre, queremos hacer hincapié en el mensaje intrínseco de todos nuestros reportajes: la conservación de la naturaleza, de la vida salvaje y el patrimonio natural del que disfrutamos, sea cual sea el protagonista.

Texto: ©Andrés López / countrysessions.org
Fotografías: ©countrysessions.org


Articulo perteneciente a la serie
Libélulas
  1. La vida secreta de las libélulas 1ª Parte
  2. La vida secreta de las libelulas 2ª Parte