Uno de los símbolos de este país de agua y fuego son sus cascadas. Sin ánimo de ser exhaustivos iremos subiendo algunas de las más emblemáticas.
El glaciar Langjökull en su paso por un campo de lava deja una serie de pequeñas cascadas, llamadas Hraunfossar, a lo largo de unos cientos de metros sobre el río Hvíta. Parecen manar del musgo brotando de las capas de la antigua colada, ahora ya porosa.
Pero no nos dejemos engañar por la inofensiva apariencia del río.
En realidad su tumultuoso caudal dio origen a la cascada que se produce unos pocos metros más arriba, donde se encajona el río y se muestra con toda su furia. La cascada de Barnafoss o cascada de los niños recibe su nombre, según la leyenda, de los hijos de una granja cercana que al intentar cruzar el río por su puente natural se ahogaron.
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Posteriormente el puente se destruyó, no se sabe bien si por causa de un hechizo de su madre o debido a un terremoto.
Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org
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