Estas montañas, las más altas de los Cárpatos Meridionales, cuentan también con una de con una de las carreteras de mayor altitud de Europa y es conocida como “el camino de las nubes”.
© Pablo Torras/www.countrysessions.org
Si ya la región de Transilvania nos evoca leyendas misteriosas, más sorprendente y real es la historia de esta carretera de un trazado imposible que queda cubierto de nieve durante gran parte del año. Ahora es utilizada como reclamo turístico para los senderistas y los aficionados al esquí, pero su origen se remonta a la época de la Guerra Fría en la que Rumanía se encontraba en medio de los dos grandes bloques.
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Los antecedentes de la invasión soviética ante las veleidades aperturistas de la Primavera de Praga hacen que Ceaușescu en 1970 se plantee la construcción de esta carretera para proteger sus fronteras. La Unión Soviética le impedía construir un numeroso ejército en condiciones para defenderse, por lo que organizó una “Guardia Patriótica” y unas vías de comunicación que permitieran tanto una huida como un ataque rápido.
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Este tramo de unos 90 km. es la unión de Valaquia con Transilvania que tras las II Guerra Mundial pasa de manos de Hungría a Rumanía, siendo motivo de tensiones nacionalistas. Los zigzags de sus curvas se elevan hasta una altura de más de 2.000 m.
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Esta cadena de montañas se ha levantado tras los movimientos tectónicos y está formada, en su mayoría, por rocas metamórficas. Solamente en unos puntos encontramos estratos finos calcáreos o de conglomerados. El pico más alto es el Moldoveanu, que con 2.544.
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Su relieve fue trasformado por el hielo, en valles glaciares y en multitud de lagos donde reina el silencio y la transparencia cristalina de sus aguas.
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El lago que se encuentra a mayor altitud es el lago Mioarelor, que está a 2.282 metros de altura.
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Subir por sus escapadas laderas ya es una aventura, pero lo es más si hacen aparición las intensas neblinas. Por lo que es recomendable hacer los trayectos acompañados de expertos guías locales y no dejarse engañar por el buen tiempo inicial.
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En nuestro caso la neblina hizo su presencia en la segunda parte del trayecto, cuando iniciamos el descenso, como si la montaña quisiera evitarnos el vértigo que pudiéramos tener ante el profundo desnivel.
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Por añadidura cuando ya estábamos llegando a nuestro destino nos ofreció su último regalo dejando a la vista el más grande de sus lagos, el Bâlea con sus 4,6ha. Es un sitio ideal para celebrar una boda poniendo como testigo la magnificencia de la Naturaleza, pero no dejábamos de preguntarnos cómo consiguió llegar la novia a una de sus pequeños islotes para hacerse la foto sin mojarse.
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Menudo vértigo ! Pero por lo bonito que se ve, seguro que mereció la pena.
Sí que la mereció. El sielencio reinante y las vistas eran imperesionantes.