Esta vez de la mano de nuestro fotógrafo Ángel Trotter tenemos la oportunidad de volver a esta playa durante el amanecer y comparar las diferentes posibilidades fotográficas con respecto al anterior reportaje que hicimos a plena luz del día.
Si bien es espectacular la visión de la Playa de las Catedrales en invierno, no lo es menos en verano.
Más aún si tenemos la suerte de que las horas de marea baja coincidan con las del amanecer
que nos traen las gaviotas en su vuelo,
abriéndose paso entre las nubes y los malos presagios de la fría oscuridad de la noche.
Son las mejores horas para fotografiar, ya que los cambios que se originan producen los colores más cálidos.
Si el Sol está en lo más alto, el contraste entre luces y sombras es tan fuerte que no podemos reflejar tanto los matices, tan importantes también en otros aspectos de la vida.
En el anterior reportaje aprovechábamos la fuerte iluminación para congelar el movimiento de las olas, aquí por el contrario, al ser más reducida se pueden hacer fotos a una velocidad más lenta y obtener imágenes con el agua en movimiento sin necesidad de ningún filtro, y que le dan ese aspecto de adentrarnos en otros mundos imaginarios.
Finalmente, a estas horas hay menos gente en la playa y se puede disfrutar más de sus características.
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Fotografías: © Ángel Trotter/www.countrysessions.org
Texto: © Pablo Torras/www.countrysessions.org
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