El conjunto de molinos de Mazonovo es una demostración viviente de que el desarrollo tecnológico no está reñido con la conservación del Medioambiente.
Las construcciones de este auténtico museo al aire libre en su origen casi se confundían con el paisaje donde se encuentra sin interferir en él.
No es un rancio y fosilizado museo, sino que está en activo y con él podemos comprobar prácticamente, cómo aprovechando los recursos que nos da la Naturaleza mediante el agua del río, es posible generar todo tipo de energías y actividades.
La última vez que lo visitamos fue hace… Bueno, digamos que era la época en que todavía se funcionaba con diapositivas y que nos quedamos con las ganas de poder reflejar con nuestra cámara el contenido de todas las actividades de este paradigmático molino.
El tiempo lluvioso y diversos incidentes nos obligaron a visitarlo cunando más gente había en sus instalaciones. Aun así el museo se presenta por sí solo. Aquí podíamos cambiar el lema del filósofo de “Dadme un punto de apoyo y moveré el Mundo,” por el de “Dadme un eje y giraré todo en la Tierra”.
Empecemos por su actividad principal, que como en la mayoría de los molinos de la península era moler el grano para obtener la harina.
Esto se hace por compresión de unas pesadas piedras que son imposibles de mover sino es gracias al ingenio del ser humano más que a su simple fuerza bruta.
A partir de ahí y gracias a sucesivos cigüeñales se conseguirá:
Batear alternativamente la ropa para lavarla, cosa que aquí se agradecía bastante dada las temperaturas del agua en estas latitudes durante la mayor parte de año.
Poner en movimiento una dinamo que durante años suministró de energía eléctrica la zona.
Mover una piedra de afilar que utilizaremos para todos los utensilios del campo que necesitemos.
Y finalmente, gracias a un potente eje podremos poner en marcha un gigantesco martillo para forjar el duro hierro para doblarlo y moldearlo aplacer para construir todo tipo de herramientas entre ellas las famosas navajas de la zona, pero eso es otra historia que contaremos en otra entrada del blog.
En esta ocasión y, como ya comentamos con motivo del Molino de Compludo, se aprovecha la fuerza del agua para crear una corriente de aire que alimentará la combustión de las brasas de la forja.
Por ahora nos quedamos con los sonidos y los colores de la fragua que nos recuerda al dios romano Vulcano reflejado en el cuadro de Velázquez.
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Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org
DATOS DE LA FOTOGRAFIA
Olympus O-MD E-M1
Objetivo Olympus 12-40mm 1: 2.8 PRO
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