Cuando llega el otoño todos los hayedos son muy cotizados por los amantes de la naturaleza, pero ninguno se puede comparar al de Muniellos
Lo que le hace singular a Muniellos es que aparte de ser considerado como reserva Biológica de la Naturaleza, para garantizar mejor su conservación sólo se permite la entrada a 20 personas al día.
En otra ocasión ya nos quedamos con las ganas de hacer todo el recorrido del parque cuando visitamos el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, pero nos tuvimos que conformar con asomarnos a la entrada. En aquel reportaje ya contamos sus peripecias desde que en 1964 se consideró paraje pintoresco hasta que fue considerado Reserva de la Biosfera en el año 2000.
En la caseta de información, pudimos enterarnos que uno de sus propulsores fue nada menos que Rodríguez de la Fuente y que abogó para que se retiraran las industrias madereras que había por aquél entonces. Sólo los árboles de la entrada son más jóvenes y rectilíneos, los demás tornaran en formas caprichosas adaptadas al terreno.
Esta prohibición de la tala de árboles añadida al clima húmedo de Asturias hace que año a año se recupere el bosque originario, acercándose mucho a lo que era un bosque primario, con árboles de considerable tamaño, y que se vayan cerrando los caminos que no son de uso frecuente, como pudimos comprobar personalmente, pero ésa es otra historia que dejaremos para más adelante.
El bosque se asienta sobre un terreno pizarroso, no muy rico en nutrientes, hace que el roble tenga un papel importante,
pero rivaliza con las hayas en la zona de umbría
y el bosque de ribera que surge de los arroyos con álamos, fresnos, abedules, abellanos, alisos, etc.
Dicen que los líquenes que hay en los árboles son un bioindicador de la pureza de oxigeno del aire, y aquí cuelgan en grandes madejas.
Como decíamos más arriba, la humedad del bosque es tal que incluso en las épocas más calurosas del estío conserva su verdor y son frecuentes la entrada de las tormentas y la niebla.
Si bien esta vez nos libramos de las lluvias propias de la estación, la inevitable niebla que coronaba la serranía nos impidió ver en todo su esplendor el valle. Sólo lo pudimos ver momentáneamente durante algunos claros, aunque sí pudimos ver el avance de las nubes por las copas de los árboles, e incluso a pesar de su pudor, la montaña nos permitió traslucir las formas de alguna de las maravillosas islas que hay en las lagunas de su cima.
La tarde se va venciendo y el refrán de “mañanitas de niebla, tardes de paseo” se va cumpliendo, pero si queremos llegar antes del anochecer a la entrada del parque tenemos que comenzar el descenso.
Ya sin las prisas y el cansancio de la subida podemos disfrutar más reposadamente de los encantos del bosque,
de sus rincones, de cómo los últimos rayos de sol atraviesan las copas de los árboles, realzando el color amarillo de sus hojas
y dándole un color dorado al río antes de convertirse en el plateado de la noche.
Es la hora de compartir experiencias alrededor de un bien merecido almuerzo. No es la primera que lo visitamos, pero seguro que tampoco será la última.
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Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org
DATOS DE LA FOTOGRAFIA
Olympus O-MD E-M1
Objetivo Olympus 12-40mm 1: 2.8 PRO
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Tanto la fotografía como el texto son preciosos. Un lugar para visitar y disfrutar.
El lugar es precioso, y con una buena compañía con quien compartir se disfruta más. Gracias por el comentario y por compartir las experiencis de la ruta.