Cuando visitas Venecia, en Italia, una de las citas imprescindibles es la plaza de San Marcos. En ella, la Basílica de San Marcos y el campanile son dos de los lugares que nadie se quiere perder. Y con razón.
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El Campanile y los caballos de San Marcos © Javier Abad / countrysessions.org
En la Basílica de San Marcos, una de las zonas más interesantes para visitar, a pesar del coste de la entrada, es el Museo. Por un módico precio se pueden observar maravillosos fragmentos de los mosáicos que decoran la Basílica, y uno de sus elementos externos más reconocibles: los caballos de San Marcos.
Los caballos que se ven desde el exterior, en la cubierta de la fachada, no son los originales. Los originales están expuestos en el museo, y se trata de 4 caballos cuyos orígenes son desconocidos, aunque parece demostrado que estuvieron anteriormente expuestos en el Hipódromo de Constantinopla, formando parte de una cuádriga con su auriga, y en 1204 fueron trasladados a Venecia, durante el saqueo de la ciudad babilonia en la cuarta cruzada.
Aunque se creía que estaban realizados en bronce, las últimas investigaciones indican que su construcción está realizada en una aleación de cobre muy pura, para lograr supuestamente un mejor dorado.
Su superficie está llena de arañazos, que sugerirían daños, pero parece ser que fueron realizados a propósito por el escultor, ya que el brillo era tanto, que a la luz del sol los destellos apenas dejaban mirar a las esculturas.
Esta foto está realizada desde la terraza. Intenté buscar un ángulo bajo con un gran angular, y dando vueltas alrededor me fijé en la figura del Campanile, que quedaba entre dos de los caballos, y casco del caballo más próximo me ayudó a disminuir la luz que procedía directamente del sol.
Texto y fotografía : Javier Abad © countrysessions.org
Datos de la fotografía
Olympus OM-D EM-1
Olympus Zuiko 7-14 f/2.8 PRO @ 7 mm.
f/6.3 a 1/640 seg.
ISO 200
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