Una de las citas obligadas en otoños es este sitio emblemático que cumple este año el 42 aniversario de su fundación.
La primera vez que lo visitó Félix Rodríguez de la Fuente visitó el santuario de las Hoces vio la necesidad de conservarlo. Cuando todavía se ponía precio por matar a las rapaces y carroñeras, Félix nos enseñó la función higiénica que cumplen los buitres al acabar con todos los cadáveres de animales que hay en el campo.
Aparte de sus maravillosas vistas este lugar es conocido por la gran cantidad de buitres y rapaces que albergan las oquedades de sus paredes que contrastan con el color azul del cielo.
Su origen calizo se ve tallado por el río. El frío páramo de temperaturas extremas tanto en verano como en invierno que lo rodea cae repentinamente para crear un microclima con una gran variedad de vegetación. El sabino albar y las encinas de las alturas azotadas por el viento, dan paso rápidamente al enebro, al quejigo y a una gran variedad de arbustos cuyos frutos atraen a todo tipo de aves.
Pero fundamentalmente lo que más llama la atención es el bosque que se genera junto al río a base de chopos, sauces, álamos, alisos, fresnos, etc. que al llegar el otoño ponen toda una paleta de colores amarillos, ocres y verdes.
Empezamos nuestro recorrido desde la zona más próxima a la presa, la primera construcción humana que destaca es viaducto de la vía férrea que supera el desnivel.
Un buen lugar de descanso es la iglesia de San Martín del Casuar. Fue abandonada cuando desapareció el pueblo durante los ataques de la guerra de la Independencia porque se pensaba que en alrededores se escondía un famoso guerrillero. Desde ella se pueden ver bien de cerca cómo los buitres entran y salen de los nidos planeando.
Poco a poco vamos ganando altura separándonos del borde del acantilado, no tanto por el peligro de caída, como por no asustar a las crías de los buitres que hay en los nidos cercanos, que al espantarse por el ruido producido podrían saltar al vacío antes de haber aprendido a volar.
Poco a poco vamos descendiendo, el valle que se va abriendo y va dando lugar los campos de cultivo de cereales y frutales.
Nos despedimos con los remansos de agua cristalina en el que quedan reflejados los árboles e invitan a la meditación,
y si tenemos suerte, incluso podremos ver en ella a la juguetona nutria.
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Si quieres saber más sobre el Parque natural pusla sobre el enlace de Parque Natural “’Hoces del Río Riaza”
Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org
DATOS DE LA FOTOGRAFIA
Olympus O-MD E-M1
Objetivo Olympus 12-40mm 1: 2.8 PRO
Polarizador
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