Machu Pichu. Bailando con las Nubes.

Todo empezó en la ciudad de Olimpia, con mi primer viaje largo fuera de España. El estadio de las olimpiadas no tiene nada que ver con los monstruosos estadios actuales, es simplemente una explanada de hierba con unos pequeños desniveles a los lados donde la gente se sentaba.

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Unas dimensiones humanas, nada masificado. Ésto no quita, que al cruzar el pequeño túnel de acceso de los atletas, en ese pequeño intervalo del paso de la sombra a la luz del exterior,  un escalofrío te recorra de arriba a bajo, al pensar cómo se debían sentir los atletas. Cómo sus esfuerzos y dudas acumulados durante cuatro años, toda una vida por aquellos entonces, se iban a transformar en la demostración de sus habilidades y creatividad estratégica ante todo el mundo.

Al abordar el viaje a Machu Pichu, iba con el temor de si no cumpliría mis expectativas de admiración y respeto por una cultura que me impresionó cuando era pequeño, allá por el mayo del ´68, por sus conocimientos, por el compartir de los medios de producción  y porque sus ciudadanos dedicaban parte de su tiempo a trabajos de mejora para  la comunidad. Se me antojaba como la nueva Ítaca o ciudad ideal del final del viaje que se inició en Grecia.

Paseando entre las construcciones de Machu Pichu, el guía que nos acompañaba nos preguntó sobre los motivos por los que creíamos que se instaló allí la ciudad. Siguiendo la estela de los sitios que había visto hasta ahora en Perú, donde la plaza central de los pueblos se llama «Plaza de Armas,» y está presidida por un caudillo militar, ya sea Inca o más contemporáneo, la respuesta lógica hubiese sido que los motivos fueron defensivos y militares. Pero no era así. La respuesta correcta, lejos de contrariarme me alivió y me pareció que ponía en su sitio la historia, ya que la causa no era otra que el acceso al agua y la observación astrológico-religiosa. Efectivamente, como dice F. Mayor Zaragoza, Director General de la UNESCO, hay que desmilitarizar  la historia de la humanidad.

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La evolución histórica es algo más que una serie de fechas de batallas. Son el progreso del conocimiento y de los derechos los que realmente mantuvieron los cambios que se produjeron, y éstos sólo fueron posibles gracias a las innovaciones culturales de todas sus gentes. Efectivamente, de la cultura Inca, hay que reivindicar los conocimientos de sus arquitectos que construyeron edificios a prueba de terremotos, de los sistemas de comunicación de sus caminos que atravesaban toda la cordillera andina, de su capacidad de producción agrícola aterrazando los desniveles de las montañas y adecuando a estos desniveles los medios de canalización del agua y la creación de los diferentes cultivos de plantas aptos para cada altura de la montaña (ahora que se habla de la biodiversidad, en Perú hoy se conocen más de 5000 variedades de patatas, declarándose el 2008 Año Internacional de la Patata por la ONU).

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Realmente lo que llama la atención de esta residencia de descanso Inca, son las dimensiones humanas de su construcción y lo primero que uno observa a su alrededor es una serie de picos abrazados por las nubes y cubiertos de un manto de vegetación selvática. Por eso, una vez  que el viajero se separa de la primera avalancha de la multitud consumista de viajes, de souvenirs y de las retahílas de guías, lo mejor es pasear lentamente por sus calles, imaginar cómo era la vida entonces y percibir con todos los sentidos el mensaje que se quiso transmitir con su cultura.

La temperatura es agradable a 2.400 metros de altura, el Sol deja reflejar sus rayos dorados sobre las montañas y las plantas desprenden  toda su fragancia por la humedad de las nubes, que vienen y van, llevadas por la suave brisa en su danza con las montañas. Realmente la diosa  Pachamama, la madre tierra de los Incas, dejó aquí todos sus dones. En mis oídos resuena la música Touch me when we´re dancing  de los Carpenters, mientras pienso que después de todos estos años, la enseñanza  de la Nueva Ítaca es que no puedes luchar contra la Naturaleza, por que tú formas parte de ella. Sólo tienes que escucharla, aprender de todas sus formas de Vida, y dejarte llevar por sus pasos.

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Como dice el verso, el camino no ha hecho nada más que empezar:

Cuando salgas para hacer el viaje hacia Itaca
has de rogar que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimiento.
Has de rogar que sea largo el camino,
que sean muchas las madrugadas
que entrarás en un puerto que tus ojos ignoraban
que vayas a ciudades a aprender de los que saben.
Ten siempre en el corazón la idea de Itaca.

Has de llegar a ella, es tu destino
pero no fuerces nada la travesía.
Es preferible que dure muchos años
que seas viejo cuando fondees en la isla
rico de todo lo que habrás ganado haciendo el camino
sin esperar a que dé más riquezas
Itaca te ha dado el bello viaje
sin ella no habrías salido.

Más lejos, tenéis que ir más lejos
de los árboles caídos que os aprisionan.
Y cuando los hayáis ganado
tened bien presente no deteneros.

Más lejos, siempre id más lejos,
más lejos del presente que ahora os encadena.
Y cuando estaréis liberados
volved a empezar nuevos pasos.

Más lejos, siempre mucho más lejos,
más lejos, del mañana que ya se acerca.
Y cuando creáis que habéis llegado,
sabed encontrar nuevas sendas.

Llenad redes de queridos luceros
llenos de aventuras, llenos de conocimiento.

El viaje a Ítaca
Lluis Llach

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Touch me when we’re dancing
Come on and touch me
When we’re dancing
You know you’ve got that loving touch
Touch me when we’re dancing

Tonight’s the night and it feels so right
My heart is saying it to me
You’re the one I’ve waited for so long

You’ve got me up so high
I could fly coast to coast

The Carpenters

©Pablo S. Torras / countrysessions.org