Sierra de Kodes. Encinas centenarias y el carboneo

La Sierra de Kodes es la última cadena montañosa sobre la depresión del Ebro, emparentada geológicamente con las de Alaiz y Leire, al Este de Navarra. Es una falla de calizas del Cretácico superior con algunas bandas plegadas de conglomerados del Oligo-Mioceno.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

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La altura máxima es Yoar con 1421 m. y son famosos los monolitos que tienen el nombre de Dos Hermanas, que según se cuenta, son dos huérfanas transformadas en piedras por la maldición de su madrastra.

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La vegetación es de tipo mediterráneo. Tiene quejigos, encinas carrascas, coscojas, robles y algunos tejos. Los árboles  centenarios que hay por encima del monasterio de Kodes son quejigos (Quercus faginea) que en su día habían sufrido los efectos del carboneo. Es decir, los desmochaban para no cortar el tronco, obtener leña y con la leña obtenida hacer carbón vegetal. En la sierra podemos encontrar también a nivel de fauna buitres leonados, águila real y halcón peregrino.

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A sus faldas está Torralba del Río dentro del Camino de Santiago, como se puede ver en los detalles de algunas de sus iglesias románicas. Está situada en el Valle de Aguilar, a unos 37 km al oeste de Estella y  a unos  80 km de Pamplona. Limita con Álava por Campezo y por el sur se encuentra Logroño.

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Ya se encuentra citada en 1.262 como villa defensiva, conservándose gran parte de sus murallas del s.XIV, el Portal o Arco de origen medieval y sus cinco torreones. El Santuario de Ntra. Sra. De Kodes y fue saqueado por el ejército francés durante la Guerra de la Independencia y sirvió de cuartel tanto para los soldados de Napoleón, como para Espoz y Mina, el más famoso guerrillero navarro. Su Hospedería de los s.XVI y XVII  es de estilo barroco. Destaca la imagen de la Virgen de Kodes, gótica del s.XIV.

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A la salida del pueblo nos encontraremos con el Monasterio de Azuelo de principios del siglo XII, en la localidad del mismo nombre, y junto a ellos no podía faltar la fuente del  lavadero donde las mujeres acudían antiguamente a lavar la ropa.

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A pesar de visitarlo en agosto, las nubes y el fuerte viento hicieron su presencia dándole un ambiente de misterio que contrastaba con las temperaturas de la meseta. No en vano  en lo alto de la sierra está coronada por una serie de molinos de viento generadores de electricidad. Son el  compromiso con las energías alternativas.

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El atardecer, como siempre ofrece las mejores luces. Contrastan sus campos perfectamente roturados o recién recolectados, con el verde de los bosques, las moles impresionantes de piedra de las montañas y el pueblo caprichosamente iluminado por un rayo de Sol que atraviesa el gris de las nubes.

Texto y fotos: ©Pablo Torras / countrysessions.org