Fauna Urbana. La ardilla del Jardín.

Con el verano llegan las jóvenes crías de animales que ven por primera vez la luz. Muchas de ellas todavía no están en el sobreaviso del peor de los depredadores, capaz de matar sólo por placer: el hombre. Esta es la pequeña historia, con final feliz, de una joven ardilla y sus descendientes a lo largo de varias generaciones.

Una esquiva y joven madre se introduce furtivamente por las mañanas, muy temprano, entre las casas y las calles de las urbanizaciones, cuando todavía no se ha levantado la gente. Quiere enriquecer su dieta con las vitaminas de los frutales y lamer las aceras para reponer sus minerales.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

Hasta ahí todo parecería normal, si no fuera porque la primera foto ha sido tomada casi cuarenta años después que la siguiente foto, tomada con una cámara familiar, y con la que guarda una relación. Efectivamente, ésta es de una pequeña cría de ardilla que recogimos cuando se pusieron de moda las escopetas de aire comprimido en la zona y a un valiente “cazador” no se le ocurrió otra cosa que matar a la madre de un nido de ardillas en plena época de reproducción.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

En contrapartida nosotros pudimos criar a la joven huérfana, aunque siempre estuvo en libertad, con mezclas de leche y frutos secos durante todo el verano hasta que pudo valerse por sí misma. Fueron interminables los juegos de niños y de adultos con este simpático animal. Aun bien entrados los meses de otoño y cuando sólo visitábamos la casa durante el fin de semana, el joven roedor acudía a nuestra llamada de contraseña en el pinar para jugar con nosotros.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

La ardilla de la primera foto no es que tenga 40 años, pero seguramente el animal que fotografié en la acera, sí sea descendiente de aquella y acumule su experiencia. Afortunadamente, la última generación ha aprendido bien la lección y sabe mantener las distancias con los humanos, ya que no todos somos iguales en el respeto por la Naturaleza.

Texto y Fotografías: Pablo Torras