El solsticio marca la actividad veraniega en esta bella
población de la Comarca de las Tierras Altas de Soria.
Con un origen ancestral y difuso, el Paso del Fuego
se ha convertido en un referente entre los actos que se desarrollan
en todo el Estado Español dedicados a la noche de San Juan, pero
aquí en San Pedro no es el único, ya que está programado
dentro de las fiestas que la localidad celebra en honor al Santo y que
desarrollan otros eventos de interés como procesiones y carreras
ecuestres donde aparecen las otras protagonistas de las fiestas, las
Móndidas. Estas son tres jóvenes solteras ataviadas con
el típico traje y un “cestaño” a la cabeza
repleto de adornos y “arbujuelos”.
Pero volviendo al acto que verdaderamente ha transcendido, llegando
hasta muchos lugares fuera de nuestras fronteras, trataremos ahora
de explicar su compleja sucesión de prolegómenos.
Al finalizar la tarde del 23 de Junio, un pequeño
grupo de experimentados lugareños colocan en el suelo del anfiteatro
de la Virgen de la Peña hasta 2.000 kg. de leña de roble
melojo. Este episodio tiene un preámbulo muy singular, depositándose
los troncos uno a uno hasta formar una pila rectangular de algo más
de 1,5m de altura.
Se le da fuego, se deja consumir y unas dos horas
después, los mismos personajes que antes prepararon la leña,
utilizan ahora unas grandes varas para domar las brasas y colocarlas
como manda la tradición. Deben ser homogéneas y tener
las dimensiones adecuadas, necesario para el buen desarrollo de la fiesta,
algo en lo que estos señores se emplean golpeando las brasas
con saña.
Cuando nos estamos acercando a la media noche, ya está
la ovalada plaza llena de ávidos espectadores que han aguantado
estoicas colas de varias horas hasta acomodarse dentro del recinto.
Pronto vendrán los músicos y las autoridades, y más
tarde las Móndidas para dar comienzo al acto.
A las 12 de la noche se hace el silencio y el pasador
se concentra frente a la alfombra de brasas. Pies descalzos, pantalones
remangados y vestimenta festiva son su única arma frente a 3
metros de rusientes rescoldos. Puede llevar a otra persona a la espalda
o hacerlo individualmente, pero una vez que da el primer paso ya no
hay vuelta atrás y acompañado del coro que emiten las
gargantas de los presentes, se cuentan los pasos “uno, dos, tres,
cuatro, cinco…” y así pudiendo llegar hasta nueve.
En el instante que terminan de pasar, los amigos y
familiares los rodean y abrazan emocionados, mientras arrancan los aplausos
de todos los asistentes y despiertan de nuevo la actividad de los músicos.
Hasta veinte personas o más pueden pasar las
brasas pero todos tienen una característica en común,
que son Sanpedranos, porque según dice la gente “El que
es de fuera se quema”.