Lisboa, la ciudad de las siete colinas.
Texto de Mari Fé Bonilla y fotografías de José Nieto/ Country Sessions


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La ciudad de Lisboa es conocida por los suyos como la ciudad de las siete colinas. Está situada en la ribera izquierda del estuario del río Tajo, a 17 km del Océano Atlántico.

El impresionante puente 25 de de Abril conecta Lisboa con la orilla sur del río. Comienza la visita pasando por el Gran Cristo Rei, haciendo homenaje y recordando la cultura que tanto les une a Brasil. Desde ese lado hay una magnífica panorámica del río y de la ciudad. Para conocerla hay que patear cada uno de sus maravillosos barrios.

El devastador terremoto de 1755 dejó totalmente destruida la ciudad. El Marqués de Pombal levantó un nuevo centro urbano, uniendo la Plaza del Comercio con la concurrida plaza central del Rossio.

La Baixa, centro financiero y comercial de la capital y a ambos lados las estrechas calles de Alfama y el Barrio Alto, hacen de Lisboa una ciudad agradable. En el centro de la Baixa se encuentra el Elevador de Santa Justa (proyectado a finales del siglo XIX por Mesnier Du Ponsard, discípulo de Eifel) que une el Barrio Alto y el Chiado con la Baixa.

Desde el elevador se puede contemplar gran parte de la ciudad de Lisboa. Sus calles estrechas, atravesadas por el tranvía, hacen la ciudad mucho más encantadora y mágica.
Bajando por la Avenida se pueden ver en sus calles una gran variedad de cafés, repostería típica de Lisboa, y cómo no, puestos de artesanía, llegando por fin al espectacular Arco de Triunfo, para dar paso a la Plaza del Comercio; donde callejear o desplazarse en tranvía al barrio de Alfama es toda una experiencia.

Alfama con gran variedad de museos y galerías, edificios históricos y la famosa rua de Sao Pedro, donde todas las mañanas se pone un mercado al aire libre, donde se vende el pescado del día. Y cómo no sus iglesias y la Catedral de Lisboa “Sé”, restaurada en tres ocasiones por verse afectada por los terremotos.

 

Sus callejuelas y su gastronomía hacen de este barrio el sitio perfecto para comer cocina tradicional. Subir al mirador de Graça y de Santa Luzia es obligada, lo mismo que la visita al Castillo de San Jorge, donde podremos disfrutar de varias panorámicas de la ciudad.

No puede faltar acercarse al Barrio de Belém. Lo más sencillo es tomar el tranvía, que sale desde la Plaza del Comercio. Tarda unos veinte minutos en llegar a Belém, bordeando toda la costa. El barrio de Belém con museos, parques y jardines alberga dos construcciones clasificadas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad: el monasterio de los Jerónimos (mandado construir por el rey D. Manuel I) y la Torre de Belém (construcción militar que vigilaba la entrada del Tajo).

La visita al monasterio es recomendada, si te deja la multitud de gente que la visita.

Y para terminar, nada mejor que saborear los típicos pasteis de crema de Belém.

 

 

Por su parte, el Chiado fue siempre barrio de intelectuales. Esta elegante calle, que desciende desde el Largo do Chiado hasta la Baixa, es famosa por sus tiendas de ropa, sus librerías y sus cafés, como el Café Brasileira, el favorito por los intelectuales.
El barrio que fue arrasado en el incendio de 1988, sigue en restauración.
En el Largo do Chiado se alzan dos iglesias barrocas: la Igreja do Loreto y, enfrente, Nossa Señora da Encarnaçao, cuya fachada está decorada parcialmente con azulejos.

Como broche final, el barrio Alto es uno de los más pintorescos de la ciudad. Antiguamente era un barrio bohemio, famoso por la prostitución y el juego. Hoy se ha convertido en un vecindario agradable y comunitario. Subir al barrio Alto por la escalinata desde la Baixa cuando cae la noche es mágico. El barrio se llena de vida. Sus bares, restaurantes y casas de Fado se llenan de turistas para disfrutar de una noche inolvidable, llena de cultura, gastronomía y encanto.

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