Villa medieval de Pastrana.
Texto y fotografías de Andrés López / Country Sessions


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Cuando mi amiga Marian me dijo que se casaba en Pastrana y que esperaba verme en la boda, me quedé pensando ¿y donde está Pastrana?... ¿eso no es de Ciudad Real o por ahí? ni idea. Es de esos lugares cuyo nombre te suena de todo y de nada, pero que nunca te has parado a buscarlo en un mapa. Pues ahí estaba yo, quedando fatal con mi amiga, y buscando en el navegador la dirección de la boda para hacerme una idea del viaje.

Fue toda una sorpresa buscar esta villa medieval en internet. A solo unos 80 km de Madrid, en Guadalajara. Plena Alcarria. Y por lo que parecía, un pueblo de esos con encanto, que ni te los imaginas al lado de casa. Así que dispuse un fin de semana, con la excusa de la boda, dispuesto con un equipo fotográfico ligero, un cuerpo Canon 30D, y un par de objetivos, 70-200mm y un 11-18mm, preparado para pasear por sus calles, una vez me viese liberado de la corbata del convite.


Situada entre los ríos Tajo y Tajuña, esta villa alcarreña, de trazado y ambiente medievales, es una de las más importantes de la provincia.

Durante los siglos XVI y XVII, la época de mayor esplendor de Pastrana, se construyeron los importantes monumentos que le han merecido la declaración de Conjunto Histórico. En la plaza de la Hora se alza el más relevante de todos, el Palacio Ducal. De estructura renacentista, con elementos manieristas del siglo XVI, fue proyectado por Alonso de Covarrubias.

Tras el palacio destaca el convento de San Francisco, fundado por Santa Teresa. En la plaza del Ayuntamiento se encuentra la colegiata e iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, mezcla de gótico del siglo XIV y renacentista del XVI. En lo que fue Sala Capitular alberga el Archivo y Museo Parroquial, de gran interés por su excepcional colección. Otros edificios religiosos son el convento de San José, fundado por Santa Teresa y la princesa de Éboli en el siglo XVI, rodeado por una hermosa huerta; y el convento del Carmen, a las afueras de la villa ducal, del siglo XVII. Del castillo y sus murallas se conservan importantes restos, y en sus calles se aprecian interesantes fachadas y construcciones populares, la mayoría del siglo XVII.


Uno de los edificios más destacados de la villa se encuentra en la Plaza de la Hora, y es el Palacio Ducal, construido tras la compra de la villa por Doña Ana de la Cerda en 1541, pero que nunca se pudo terminar por diversos motivos legales.


Actualmente depende de la Universidad de Alcalá de Henares, que se encargó de finalizar las obras de restauración y que gestiona el edificio y sus visitas.


Entre las leyendas locales, existe una que dice que en la torre de levante del edificio, conocida como Cámara de la Reja Dorada, estuvo retenida y prisionera la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza y de la Cerda, entre 1581 y 1592, por orden de Felipe II.


Dice la leyenda que tan sólo podía asomarse una hora al día a la bella reja del torreón, desde la que se divisa la plaza mayor, de ahí que a la plaza se la llame "Plaza de la Hora". Los restos de la princesa descansan en la cripta de la Colegiata.

 

Pero Pastrana, declarada conjunto histórico artístico en 1968, es más que su Palacio Ducal o su Colegiata, más que sus conventos fundados por Santa Teresa de Jesús o sus recuerdos, esculturas y documentos que sobre ella se pueden admirar en el museo Teresiano. Las callejuelas de Pastrana, con un corte medieval mantenido, se han visto merecedoras de su reconocimiento como Conjunto Histórico. Y celebres ilustres como Camilo José Cela ya admiraron esta villa desde su "Viaje a la Alcarria".

Pastrana es una pequeña joya en medio de La Alcarria, a mano de cualquier escapada de un día, y abierta de par en par a cualquiera que quiera disfrutar de una jornada entre callejuelas estrechas, comercios añejos, dulces y viandas de reconocido prestigio, y por supuesto, una cocina excepcional.

 

La villa dispone de varios negocios muy interesantes y atractivos de alojamiento y de tipo gastronómico. El pueblo se ha ido adaptando a un cada vez más recurrente turismo activo de interior, y ahora mismo podemos disponer de un fin de semana agradable en varias de sus Hospederías, de ambiente acogedor, y de cuidada estética.

Por supuesto, la comida manchega es otro de los grandes atractivos de una visita a Pastrana: migas, pisto, patatas gañaneras, y dulces como el tocino de cielo de Santa Teresa son exquisitos manjares para deleitarnos después de una buena jornada buscando encuadres con nuestra camara entre las calles de esta villa medieval. Restaurantes como el de Santa Teresa, en la Hostería Real, cuya cocina se nutre de los productos de la propia huerta del convento, y hostales como "Los Telares", donde se dice que Diego Velazquez se inspiró para pintar su célere cuadro "Las Hilanderas", dan muestra de que todo lo que se ofrece en Pastrana es digno de un buen recuerdo.

Y por cierto, la boda de mi amiga Marian fue espectacular.

 


 

Algunas recomendaciones fotográficas

Para todo aquel aficionado a la fotografía, y que le gusta de pasear por villas como Pastrana, se pueden hacer varias advertencias y recomendaciones. Uno de los grandes conflictos a la hora de captar el ambiente es la gran diferencia de luz entre el cielo y el interior de las calles estrechas y encajonadas que durante todo el día se encuentran en sombra. Es habitual fotografiar enclaves de este tipo y con resultados poco agradables debido a que si queremos exponer bien las callejuelas, tendremos que sacrificar el cielo que se volverá blanco en la fotografía.

Un filtro degradado nos será de buena ayuda para corregir estos problemas de luz, pero durante gran parte del día la diferencia de medición entre la parte superior e inferior del encuadre será difícil de solventar correctamente.

Por otro lado, cuando buscas un pequeño reportaje de este tipo, se suele tender a abusar demasiado de los encuadres verticales, que pueden convertir el reportaje en algo aburrido. Es interesante probar encuadres horizontales aunque no lo parezca, a veces te puedes sorprender del resultado.

Finalmente, un trípode ligero para pasear nos puede salvar una gran fotografía con falta de luz en un callejón, o a última hora de la tarde.

Este reportaje se ha realizado con el siguiente equipo:

-Cámara Canon EOS 30D
-Obj. Canon 70-200mm f4
-Obj. Canon 17-40mm
-Obj. Tamron 11-18mm


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