La Calle de los Oficios de Granada. Texto y fotografías de Andrés López/ Country Sessions.


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¿Que se puede contar de la ciudad de Granada que no se haya dicho o contado ya? Destino turístico por excelencia, su estrella más brillante es La Alhambra, joya histórica sin igual en el mundo. Pero esta ciudad, lejos de sentirse abrumada por tal excelencia en lo alto del cerro, se supo adaptar a su más que justificada fama para, al pie de la joya de la arquitectura arabe, organizarse en una bellísima ciudad, entremezclando tradiciones, religiones, tendencias y vanguardias, hasta el punto que podría arriesgarme a pedir que se declare maravilla del mundo. Como visitante de la ciudad por enésima vez, en esta ocasión quiero arriesgarme a destacar un pequeño rincón de la zona centro, conocido vulgarmente entre los turistas de fin de semana como "el zoco", uno de tantos laberintos de estrechas calles que conforman esta ciudad, pero con una vida apasionante e interesante de vivir.


Para localizar este mercado arabe-judío actual, hay que buscar en la Calle de los Oficios, muy cerca de la Catedral. Desde la misma portada de este enclave religioso podemos empezar nuestra aventura, que recomiendo encarecidamente que se haga al atardecer, o de noche, ya que prácticamente no tiene horas este laberinto de comercios, y lo que se respira entre bolsos de cuero, babuchas, pañuelos y lamparas de cera e incienso, bien podría hacernos trasladar a cualquier ciudad marroquí o del norte de africa.

¿Que buscamos? lo que sea, pero seguro que con arraigo y raiz granadina; pues seguro que lo encontraremos en cualquiera de estas pequeñas tiendas atestadas hasta la fachada de todo tipo de utensilios, regalos y baratijas.



A lo largo y poco ancho de estas calles entrecruzadas, como Estribo, Paños, Mesones, surcadas por mareas de gente que busca y encuentra, cotillea, habla en mil idiomas y cena en plena calle, debajo de unos toldos y con unas limitadísimas farolas urbanas que no alumbran lo que deberían porque las baratijas no las dejan, recorremos estas callejuelas del barrio judío de la ciudad, que mayoritariamente ha sido invadido por inmigrantes árabes que instalan sus pequeños comercios repletos, para disfrute del transeunte.

No es lo que compras, es lo que sientes en estas calles, lo que de verdad vale una fortuna.


Como dice la tradición "si vas a Granada volverás", y quizás vuelvas mil veces, y cada vez encontrarás un nuevo rincón, una nueva experiencia, o quizás simplemente volverás a pasear por estas calles con ninguna razón concreta. La verdadera maravilla es pasear por un lugar tan angosto, tan atiborrado, y siempre encontrarás una sonrisa. Miles de años han pasado por este zoco, miles de gentes con costumbres distintas, idiomas distintos y religiones distintas, y persevera a lo largo de los años.

Es curioso como en otros lugares parecidos, esto no lo han entendido todavía como en Granada.


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