camaleón común. El arte de la Supervivencia.
©Andrés López. Country Sessions.
Texto revisado por Luis Balladares (Asociación Medioambiental MUREX)

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El camaleón común (Chamaleo chamaleon), es un curioso caso de nuestra fauna salvaje ibérica.  Este reptil emparentado con las iguanas, que desarrolla su vida en las zonas de vegetación arbórea y arbustiva (única especie con este tipo de vida en toda Europa), tranquilo e inofensivo cae simpático. En sus zonas de distribución del sur del país se le considera bienvenido en las casas y no hay nadie con quien te cruces, que no hable bien de él. Sin embargo, este reptil se encuentra catalogado como “de interés especial” según el Catálogo Andaluz de Especies Amenazas pese a que cada vez más sus poblaciones se van reduciendo a causa de la pérdida de lugares donde vivir o la transformación que sufren éstas. Mientras que las gentes más cercanas y arraigadas lo consideran un “buen bisho”, la destrucción de sus hábitats o el cambio de su entorno debidas casi siempre a los cambios en el uso del terreno y muy especialmente, su urbanización han llevado a este reptil, artista de la supervivencia, al límite de su existencia en diversos lugares de la costa andaluza. Otros factores de amenaza son la muerte de ejemplares por atropello en las carreteras, sobre todo en verano, la predación por animales domésticos, los incendios, que aíslan sus poblaciones, el uso masivo y descontrolado de plaguicidas, que pueden reducir su fertilidad y disminuir el número de posibles presas y por último, la persecución humana y el tráfico ilegal. Tradicionalmente los camaleones han sido capturados por curiosidad, diversión, souvenir, comercio, etc. Una de las más frecuentes es el juego en niños, actividad que acaba casi siempre con la vida del animal. La captura por turistas ha motivado una incipiente red clandestina de comercialización pero gracias a la aparición de restricciones legales, estas prácticas han disminuido sensiblemente, además de que la población está más sensibilizada. Sin embargo, en otras zonas como Marruecos, es todavía típico encontrar en tenderetes camaleones dentro de jaulas para vender. Otra práctica, aunque mínima y poco conocida, ha sido el uso de este reptil como reclamo para trampas de aves insectívoras. Pese a todo ello, la especulación urbanística llevada a cabo en las zonas donde se distribuye esta especie y la consecuente falta de estudios responsables de impacto ambiental es una, sino la más grave amenaza actual del camaleón.

En España, actualmente el camaleón sobrevive en toda la franja litoral andaluza, si bien la extensión que ocupa en algunas es mínima, como Almería (solo en dos pequeñas localidades: una entre Almería y Roquetas de Mar y otra en la zona de Carboneras). Cádiz, Huelva y Málaga mantienen áreas de distribución más extensas, siendo la provincia de Málaga la zona donde la población de camaleón adquiere una mayor relevancia. Además es de donde provienen las citas más antiguas y constantes, donde la especie alcanza la mayor altura sobre el nivel del mar y donde encontramos una preferencia atípica en el tipo de hábitat, decantándose por los cultivos leñosos de secano (almendrales, olivares y viñas) de la Comarca de la Axarquia frente a las zonas de huerto y áreas naturales (retamares y pinares). Cádiz es la segunda provincia en importancia, cuya cita más antigua data de Machado (1859) en su “Erpetología Hispalensis”. Las poblaciones de Huelva en cambio, se deben a introducciones artificiales de ejemplares recolectados en Cádiz y Portugal, siendo su área de distribución muy fragmentada debido, en parte, a la presencia de barreras naturales marismas y bosques demasiado densos y umbríos).

En la provincia de Cádiz, donde se ha realizado íntegramente este reportaje, el camaleón se distribuye de forma relativamente continua lo largo de una franja litoral que va desde Sanlúcar de Barrameda hasta Chiclana de la Frontera, interrumpiéndose aquí para reaparecer en puntos aislados del litoral como Campano (Chiclana) y la Breña (Barbate), junto a otra población aislada a la anterior en Caños de Meca, también en la costa. Más al interior, se presenta también en varias poblaciones de los alrededores de Jerez de la Frontera y el Embalse de Arcos (Arcos de la Frontera), fruto de introducciones muy recientes aunque Machado ya citaba camaleones en los alrededores de Jerez. Es de destacar además su presencia en diversas instalaciones militares como son la base Aeronaval de Rota y el Real Instituto y Observatorio de la Armada, Tercio de la Armada y Camposoto, estos últimos en San Fernando.

El camaleón común es un reptil inconfundible. Su cuerpo aplanado lateralmente, el caso de su cabeza,  sus ojos que mueve de forma independiente para no perder detalle de su alrededor y su cola prensil, cuya longitud puede igualar a la del cuerpo y que enrolla en espiral en reposo, lo hacen muy reconocible, por encima de otros reptiles ibéricos. Otros aspectos son sus movimientos lentos y pausados y sus dedos con uñas formando unas pinzas con las que puede asirse y trepar por las ramas con la ayuda de su cola. Todas ellas no son más que las necesarias adaptaciones anatómicas para la vida arborícola.

Otra de las características más significativas del camaleón es su piel. De color pardo, verde o amarillento, puede cambiar con rapidez según su estado de ánimo, su necesidad de solearse, camuflarse entre el ramaje, comunicarse y juega un papel básico en la  atracción sexual en época de cría. Y por supuesto, no es cierto el bulo popular de que explota si se le pone al lado de un color rojo.

Su origen en nuestra zona sigue siendo a día de hoy una incógnita por resolver. Aunque no  hay pruebas concluyentes de su carácter de especie introducida en la Península Ibérica, la ausencia de restos paleontológicos previos a la Edad del Bronce, una época en la que ya existía trasiego humano a través del Estrecho de Gibraltar y la similitud morfológica y genética con los camaleones norteafricanos, así lo hacen suponer. El camaleón común siempre ha despertado simpatía e incluso ha tenido cierto sentido mágico para las culturas mediterráneas, por lo que pudo haber sido translocado a través del Mediterráneo, ya fuera como mascota, amuleto o control natural de plagas. La introducción debió de ser cuanto menos prerromana, apuntándose una influencia fenicia basada en el origen de las ciudades de Málaga y Cádiz. En Málaga, los poblamientos fenicios coinciden perfectamente con el foco de expansión de las poblaciones de camaleón en la provincia. Ya sea una especie introducida o no, lo cierto es que nuestro “dragón andaluz” forma parte ya de nuestra fauna ibérica y cultura popular, una joya de nuestro patrimonio natural que tenemos la obligación de preservar, destinando ayudas como desarrollando prácticas respetuosas a nivel personal.

La conservación y defensa del camaleón depende directa y especialmente de la protección, mantenimiento, recuperación y amplificación de sus hábitats así como asegurar zonas óptimas de puesta de huevos, puesto que la longevidad de los individuos adultos no es demasiado larga y la estabilidad de las poblaciones depende de las puestas.

Para ello, la única solución a largo plazo en todo el litoral andaluz pasa por una planificación adecuada del territorio a través de PGOUs (Plan General de Ordenación Urbana) que no supongan una alteración total e irreversible de sus hábitats y sean compatibles con su conservación.  Los ayuntamientos tienen mucho que decir ya que poseen plenas competencias en el diseño de estos Planes de Ordenación del Territorio y por lo tanto, la llave para conseguir que el camaleón siga viviendo en nuestro territorio. Una adecuada ordenación de los espacios urbanizables, un diseño adecuado de las zonas verdes, evitar la descatalogación de otros, la especulación y el cambio de suelos forestales cobran también especial importancia en la conservación del reptil ya que este animal ha presentado una gran plasticidad ecológica en la Península Ibérica, pudiendo vivir en medios muy diversos, tanto arbustivos como alterados levemente por el hombre (explotaciones extensivas, cultivos anuales, viñedos, huertas…), incluso empiezan a ser frecuentes en los jardines particulares de viviendas residenciales construidas en suelo rústico. Los camaleones muestran una gran flexibilidad en la selección de hábitats aunque manifiestan cierta preferencia por sitios con vegetación más o menos densa, compuesta por matorrales y arbustos que atraiga insectos, vegetación de cobertura para guarecerse y abundante suelo arenoso descubierto. Esta plasticidad permitiría que, ante la desaparición de sus hábitats naturales, los camaleones puedan introducirse en dichos jardines  y completar allí su ciclo biológico, siempre y cuando estas zonas presenten las características antes descritas. Eso sí, evitan los humedales y zonas urbanas.

Y es que el camaleón se ha convertido en el emblema y símbolo actual de la protección de nuestras playas,  acantilados, de varias localidades costeras y en general del cumplimiento de la famosa Ley de Costas. Antes de ésta, muchas zonas de distribución del camaleón fueron destruidas, y hoy día, de cumplirse esta ley sin tapujos ni límites, el camaleón posiblemente podría volver a ocupar los nichos que en su día le fueron arrebatados.

En esta ocasión hemos contado con la colaboración y ayuda imprescindible de la Asociación Medioambiental MUREX, y uno de sus responsables, Luis Balladares González, especialista de esta especie, que actualmente desarrolla labores de conservación, mediante campañas anuales de muestreos en la provincia de Cádiz. Asimismo, también tuvimos la importante ayuda de José Luís Rendón, técnico del Jardín Botánico de San Fernando, y la excepcional colaboración y ayuda de Fernando Belizon, Director del Real Observatorio de la Marina de San Fernando. Sin todos ellos no podríamos haber realizado este trabajo fotográfico. Queremos agradecer desde aquí a todos su ayuda.

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