EL P. NATURAL DE LAS FUENTES DEL NARCEA

La magia del bosque

Texto: © Pablo S. Torras
Fotografías: © www.countrysessions.org

Cuando decidimos ir a Asturias en otoño, me vinieron a la memoria un montón de recuerdos. Es uno de mis destinos favoritos, ya que en cuanto te adentras en sus montañas, a cualquier sitio que enfoques obtienes una buena foto.
Este Parque Natural es un lugar comparable al bosque húmedo de zonas tropicales como Costa Rica, y como tal, las nubes están haciendo acto de presencia frecuentemente (en su mayor parte tiene un índice de pluviosidad entre 1.400 y más de 1.700 litros/metro por cuadrado). Pero nosotros necesitábamos que la climatología estuviese a nuestro favor. El parte meteorológico nos lo ponía oscuro con un frente de nieve entrando. Una vez más Asturias no nos defraudó. Dió la razón a los lugareños que se quejan del hombre del tiempo que siempre les pone con nubes, pero dado lo cerrado de sus valles, cuando en uno está lloviendo en el otro puede estar completamente despejado. Mientras media España estaba azotada por un temporal de agua y nieve, nosotros pudimos fotografiar el amanecer entre la niebla en las crestas del puerto de El Pozo de las Mujeres Muertas.
Esta comarca tiene uno de los bosques más extensos entre hayas y robledales de España, amén de nogales, castaños, serbales, etc. y se encuentra entre la Reserva de la Biosfera de Os Ancares y el Parque Natural de Somiedo. El Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias es a su vez Reserva de la Biosfera, zona ZEPA, contiene la Reserva Natural de Cueto de Arbás, y cómo no, la “joya de la corona” de Asturias: la Reserva Natural Integral de Muniellos.
A Muniellos sólo pueden acceder 20 personas al día. En 1964 fue declarado Paisaje Pintoresco, en los años ’70 lo adquirió el ICONA, en 1982 fue Reserva Biológica Nacional y en el 2000 fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Con todos estos antecedentes, es fácil adivinar su riqueza tanto a nivel de flora como de fauna. Baste decir que si te separas unos metros de la senda principal tienes que gritar a los compañeros para reencontrar otra vez el camino, y hay especies autóctonas de helechos que no tienen nada que envidiar a las tropicales. Entre la fauna, para no entrar en interminables detalles, destacar que alberga especies tan emblemáticas como el Oso, el Lobo, la Nutria y el Urogallo.
Toda esta riqueza no sería posible sin el carácter montañés de sus habitantes. Al asturiano la dureza de la montaña le ha obligado muchas veces a ser prácticamente autosuficiente, pero no le ha llevado al aislamiento, sino más bien al contrario, es de fácil conversación y con él nunca te sientes extraño. Respetuoso con sus tradiciones, ha sabido conservar la característica arquitectura popular, con sus hórreos de madera cuidadosamente labrada; sus tejados de pizarra artesanal cubiertos de musgo que los integra en el paisaje; sus molinos de agua que aprovechan cualquier salto de agua para moler harina que se convertirá en pan en hornos adosados a las casas, esos mismos molinos, que además pueden producir energía eléctrica o transformarse en martillos para forjar herramientas; y además, sus puentes de piedra están perfectamente camuflados por una vegetación exuberante. Así mismo, en un paisaje lleno de desniveles y puertos, es uno de los pocos sitios donde se han comprendido la utilidad el burro como animal de carga, y no es infrecuente encontrar azadones junto a las cercas de madera, desgastados por el uso para redirigir el agua pendiente abajo, hacia los prados, donde pastarán las vacas de pastores que mantienen su cara sonriente y amable incluso con la llegada de las primeras nieves. Estos campesinos mediante los tradicionales corrosde piedra, han compatibilizado la producción de miel con la conservación del Oso, rodeando los panales de las abejas del más ecológico muro de piedra.
Por todo esto, cuando caminábamos por una antigua senda donde últimamente fue visto un oso, íbamos con esa mezcla de miedo e ilusión por encontrarlo de nuevo o de encontrar, quizás un Trasgu o una Xana entre los rayos de luz que atravesaban la niebla y le daban al bosque un halo mágico.