PILONES DE VIDA

Texto: Andrés López
Fotografías: ©countrysessions.org 

El agua es vida. Y la vida es agua. Esto es un hecho innegable y la ciencia se ha preocupado por teorizar sobre la posibilidad casi completa de que la vida se originase en nuestro planeta gracias al agua. De hecho la incursión actual del hombre en otros planetas siempre tiene entre sus principales objetivos localizar la posibilidad de existencia de agua o si existió en algún momento, porque es la clave de la posibilidad de que exista o haya existido vida en dicho planeta.

Si eres de los que se criaron al cobijo de un pueblo, o en contacto directo con la naturaleza, sabes perfectamente de tus correrías infantiles buscando nidos, bichos varios y experimentando con cada nuevo insecto o planta que descubrías. Y en esos tiempos sabías que todo podía fallar, pero siempre quedaría la acequia, el abrevadero, la alberca o el pilón donde seguro encontrarías unos renacuajos, un nuevo escarabajo acuático o las siempre omnipresentes ranas. Siempre había un pilón de agua donde poder seguir observando la naturaleza más cercana, y a la vez más despreciada.

La palabra de moda es «biodiversidad«, un término que se acuñó ya hace varios años, en el 1985, y atribuida al biólogo Walter G. Rosen, para dar a entender la riqueza biológica tan diversa de nuestro planeta, y por supuesto, que la conservación de la naturaleza y el medio ambiente no dependía de conservar o investigar un individuo o especie concreta, sino de todo su ambiente, ecosistema y resto de especies relacionadas entre si.

La diversidad biológica está presente en todos los rincones de la superficie del planeta, y es impresionante lo fácil que es comprobarlo. Si pensamos en diversidad biológica rápidamente  nuestra mente se traslada a las sabanas africanas o a las selvas ecuatoriales. Es innegable que estos lugares albergan la mayor cantidad de diversidad biológica por hectárea del planeta. Pero lo que resulta francamente sorprendente para el profano o el iniciado en el respeto hacia la naturaleza, es que en apenas un metro cuadrado de nuestro jardín, o como en el protagonista de nuestra historia, en apenas unos litros de agua limpia que se acumulan en un pequeño recipiente de piedra en medio de la montaña, puedes encontrar una infinita variedad de seres pequeños y grandes que se relacionan entre si, que dependen unos de otros, y que viven y sobreviven, nacen, se reproducen y mueren, mientras unas vacas bajan todos los días del pasto para beber esas aguas.

Nuestro protagonista de esta historia es un pequeño «pilón» o abrevadero de las montañas de la Cordillera cantábrica. Está dentro de un bosque atlántico de hoja caduca de hayas y robles y su función básica, desde tiempos lejanos, es la recogida de un agua limpia que baja de las cumbres, donde llena la cantimplora del ganadero y el excursionista, y donde sacia la sed todo el ganado bovino y equino del pueblo cercano.

El pilón por si solo almacena aproximadamente unos 2.000 litros de agua, que se regeneran lentamente a través del caño de agua que lo alimenta y el aliviadero que permite que salga el agua sobrante. En sus paredes de piedra crecen algas y vegetación adaptada a la vida acuática, y gracias a ellas, atrae a invertebrados, y estos a su vez a vertebrados… toda una comunidad que se equilibra por si sola… pura ecología, pura ciencia, pura vida.

Nos encontramos con tritones alpinos (Ichthyosaura alpestris) y tritones palmeados (Lissotriton helveticus) que nacen y crecen en el fondo, donde se aparean y los machos disputan por las hembras, renacuajos de sapos (Bufo bufo) o de ranas bermejas (Rana temporaria) que se alimentan de las algas.

Una gran variedad de invertebrados pueblan también las aguas: larvas de libélulas (Anisoptera sp.) , ditiscos (Dytiscidae sp.), notonectas (Notonectidae sp.) y los temibles escorpiones acuáticos (Nepa cinerea), incansables cazadores que devoran a los renacuajos.

Y por si nos faltaba alguien, hace su aparición una culebra viperina (Natrix maura), inofensiva para el hombre, pero que sin embargo es una cazadora implacable de ranas y tritones, y nadando sigilosa entre las piedras del fondo, espera que una larva de salamandra (Salamandra salamandra) despistada, no sea lo suficientemente rápida y se convierta en la cena de ese día.

En sus muros exteriores y el terreno circundante se materializa también la atracción del agua para la vida: pequeñas  y grandes plantas y flores, orquídeas (Orchidaceae) , tréboles, incluso extrañas plantas carnívoras como droseras (Droseraceae) y grasillas (Pinguicula grandiflora)… y por supuesto otro sinfín de pequeños invertebrados que de una manera u otra son atraídos gracias al agua. Las flores atraen mariposas, moscas, en los musgos que crecen con un color verde chirriante pasean caracoles y babosas. Incluso algún escarabajo sanjuanero (Melolontha melolontha) despistado que pasaba por allí y se siente atraído por la humedad.

Este nuevo reportaje de Country Sessions ha sido quizás de los más difíciles de realizar por la dificultad de las fotografías que se pretendían conseguir. El objetivo es mostrar la biodiversidad que existe en un abrevadero cualquiera de nuestros montes y montañas, y al mismo tiempo dar a conocer al público la belleza de cada una de estas criaturas, muchas de ellas incluso desconocidas para los habitantes del lugar, que ni tan siquiera saben que es un tritón.

Así que, querido lector y visitante, la próxima vez que te aproximes a un pilón o abrevadero para saciar tu sed, mira bien, observa, porque en el fondo, alrededor y en sus paredes hay miles de pequeñas criaturas que están observando como te estás comportando en su casa.

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