Seguramente será uno de los rincones menos conocidos por los madrileños y sin embargo cobra protagonismo todos los años el día dos de mayo con el homenaje que le hacen el Presidente de la comunidad de Madrid y el alcalde de la ciudad con ocasión de la conmemoración del levantamiento contra la invasión francesa de 1808.
Es uno de esos tranquilos sitios en el parque del Oeste, orientados hacia la puesta del Sol, que pasa desapercibido a pesar de estar cerca de la Ermita de San Antonio de la Florida. Se encuentra junto a la centenaria Escuela de Cerámica de la calle de Francisco y Jacinto Alcántara.
Ésta muchas veces le da cobijo en el mantenimiento de sus jardines y a cambio recibe el imponente recordatorio de legado de las citas del monumento a Goya sobre la educación en el arte de la pintura. Las ideas del genial pintor no sólo fueron rupturistas en todo lo referente a la pintura hasta entonces, siendo un precursor del modernismo, sino que también fueron completamente innovadoras respecto a las formas de la educación en el arte.
En el camino del teleférico destaca la gran cúpula de un horno de cerámica que se asoma sobre unos pequeños muros rodeados de jardines.
Junto a él hay un pequeño monumento a la figura de Goya que da paso al recinto de éste pequeño cementerio y su capilla.
En él se encuentran los 43 fusilados por el levantamiento contra los franceses en la madrugada del 2 al 3 de mayo elegidos al azar y por el propio general francés Joaquín Murat. Después de ser torturados e injuriados sus cadáveres fueron abandonados en una fosa común. Allí permanecieron nueve días hasta que, los hermanos de la Congregación de la Buena Dicha rescataron los cuerpos y les dieron sepultura aquí.
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Después de muchas vicisitudes este cementerio es mantenido gracias a los miembros de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, constituida en 1839 por ex combatientes de las milicias populares.
Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org