El Jarama no deja de sorprendernos con la abundancia de rincones entrañables en su paso por la Sierra. Hoy iniciamos una nueva serie sobre las mejores cascadas de España con una significativa representación de las mismas.
© Pablo Torras/www.countrysessions.org
Comienzan a florecer los primeros frutales como los cerezos y almendros cercanos en las grandes ciudades -tienen un microclima más cálido por la contaminación- anunciando el fin del invierno, aunque todavía es pronto para que empiecen a brotar los árboles que están en lo alto de la montaña.
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Pero si estamos impacientes por salir y por aprovechar que los días empiezan a ser más largos y el sol aparece tímidamente entre tanto temporal, este año de cuantiosas precipitaciones es el propicio para comprobar el abundante caudal de los ríos y cascadas antes de que empiecen los calores del estío.
Con el formidable pico del Ocejón al fondo, partiremos de El Espinar, uno de los característicos pueblos de la Arquitectura Negra de la Sierra norte de Madrid que reciben su nombre por estar construidos con piedras de pizarra de fácil corte en láminas aptas para encajar una sobre otras a modo de ladrillos y son un buen aislante para los duros días del invierno.
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Al salir del pueblo tomaremos dirección hacia el sur, es una caminata sin grandes desniveles que de vez en cuando nos sorprenderá gratamente entre jaras, pinos y robledales con bellos ejemplares de orquídeas como éste.
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Nos encontraremos con un letrero indicador de las cascadas y del camino a Matallana atravesando un puente que cruza el Jarama.
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Este pueblo de Matallana es uno de los que quedó durante un tiempo relegado a causa de las expropiaciones de terrenos para construir el pantano de El Vado pero que gracias a la tenacidad de sus habitantes, poco a poco va recuperando su vitalidad. Pero esa es otra historia que continuaremos otro día.
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Después de un pronunciado descenso nos encontramos con una campa junto al arroyo del Soto entre enormes moles de pizarra. Ahí está en medio de la meseta castellana un desnivel de agua que impresiona desde cualquier punto desde lo observes, ya sea viendo los juegos de agua caer desde arriba en su confluencia con el Jarama, ya sea deteniéndonos con cada uno de los saltos individualmente
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o simplemente contemplando el discurrir del líquido elemento en su conjunto mientras el fuerte viento agita las hojas de los arbustos.
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La vuelta a pesar de ser más más lenta porque es pendiente arriba, se nos antoja más corta porque vemos con más detalle como empiezan a echar brotes los árboles del bosque de galería que crece junto al puente y nos cuesta despedirnos de la tranquilidad que se respira en este entorno.
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Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org
