Las Cigüeñas de Alaraz (Salamanca) anuncian la primavera

Las cigüeñas rehacen sus nidos en la primavera coincidiendo con las fiestas patronales que celebran el resurgir del campo. Vuelven como cada año al igual que los  que tuvieron que emigrar a la ciudad que regresan para las fiestas anticipándose a la temporada de verano en el pueblo.

Aunque muchas de las cigüeñas ya no abandonan la península Ibérica, sí es época de arreglar los nidos para prepararlos para acoger a los nuevos retoños.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

No faltan las peleas por el la mejor posición en los tejados.

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Con los primeros rayos matutinos, se desperezan con el crotoreo ritual de salutación a su pareja que repetirán cada vez que entran al nido.

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Es continuo el ir y venir en busca del material necesario para reconstruir los nidos.

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Los vecinos campos están rebosantes de agua y flores donde encontrar la comida que no les ha de faltar.

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La vista del pueblo desde el bosque de galería del río de la colina vecina nos presenta unas encinas centenarias sobresaliendo de los encharcados campos de cultivo que prometen albergar un buen sustento.

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Aunque lo más interesante para las cigüeñas están en las acequias de agua donde estaba el antiguo molino. Son la reserva de agua que van a necesitar para la temporada veraniega, cuando apriete el calor.

Por ahora, el agua corre saltarina formando pequeñas pero numerosas cascadas anegando los caminos y poniendo en aprietos a los ocasionales paseantes que vienen de la ciudad y que se ven sorprendidos por la profundidad de los arroyos que cortan su paso.

Vienen como las cigüeñas, aprovechando la bonanza de la temporada y recordando los alegres tiempos de la infancia donde podían correr en libertad y capturar alguna que otra rana. Pero la agilidad de los niños de entonces no es la misma que la de los adultos de ahora o al menos no les importaba tanto mojarse los pies.

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La Iglesia es de tipo amurallado con unos grandes contrafuertes sobresalientes y por dentro se ven las nervaduras de estilo de un sobrio gótico que contrasta con la abundancia decorativa propia del retablo barroco del altar tallado en madera policromada.

En las fiestas patronales, se sacan en procesión alrededor del pueblo a la Virgen y al Jesús Crucificado. Suena la música, se lanzan cohetes y la  gente viste sus mejores galas propias del día de fiesta.

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Pero  el  momento más espectacular  y solemne es cuando entran por la estrecha puerta del templo. El contraste de la fuerte luz exterior con la oscuridad del interior del edificio realza más si cabe la magnificencia de las figuras.

Después de la última oración llegará la alegría de los bailes regionales y la comida comunitaria de la cofradía donde se comentarán alegremente todas las incidencias y proyectos del año.

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Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org