Desde la España profunda…

Hace unos días, nuestro buen amigo Juan Luís de Grado, fotógrafo de Naturaleza y compañero de la asociación FONAMAD, nos contaba una historia, cuando menos surrealista. Nos pareció tan increible, y a la vez tan clarificadora de lo que todavía existe en algunas zonas rurales ligadas a la caza en nuestro país, que le hemos pedido nos diera su permiso para contarla aquí para todos los seguidores de este blog.

©Juan Luis de Grado / Todos los derechos reservados.

El pasado jueves llegué a Castuera (Badajoz) con la intención de meterme en un hide al día siguiente para intentar fotografiar avutardas. Como tenía tiempo decidí dar una vuelta por los alrededores para ver si veía algo interesante y entre otras cosas me encontré este pobre zorrito atropellado en la carretera, que no tendría ni dos meses. Deje el coche en la entrada de una finca y me acerqué a echar un vistazo. Al llegar, vi semejante panorama. Pensando que podía ser una imagen con mucha fuerza, volví a por la cámara para plasmar la escena.

Ya metido en faena fuí disparando conforme pasaban vehículos, para darle ese toque que consideré le faltaba a la imagen, y de repente un 4×4 se detuvo en mitad del encuadre. Saque la cabeza del visor y me encontré que el copiloto, un tipo joven, moreno, un tanto tosco, de unos treinta y tantos, se baja y se acerca hacía mí. Lo primero que me viene a la cabeza es que se interesan por el pobre animal y acto seguido me pregunta:

-Qué haces?
-Unas fotos.
-Y para qué son?
-Pues para mí.
-¡¡Estoy hasta los huevos de los putos ecologistas!!!. No dais más que problemas.
-Perdona?
-Aquí en Extremadura vivimos de la caza y no vamos a permitir que vengais a jodernos.
-Simplemente estoy haciendo una foto de esta escena porque me ha parecido bastante curiosa, porque además mira, pobre animales…
-¡¡Tú me dices eso y resulta que luego la imagen aparecera publicada en yo que se que revista!! ¡¡Y ni se te ocurra pasar la valla que tienes atrás porque esa finca es nuestra!! ¡¡Voy a llamar a la Guardia Civil !!
-Perfecto, llámala.
-¡¡Estás en un sitio privado!!
-Perdona, estoy en el arcén de una carretera.
-¡¡Voy a llamar, voy a llamar!!

En esto aparece el otro compañero con el 4×4 que había ido a dar la vuelta y se baja del vehículo. ¡¡Ostías!! me digo yo, esto está al lado de Puerto Hurraco… y yo sólo con estos dos personajes supuestamente armados en mitad de una carretera, los cuales me acusan de ser un puto ecologista de mierda que viene a quitarles el pan y a no dejarles disparar a lo que les salga de sus santos cataplines.

El nuevo compañero me mira, mira el esqueleto y me vuelve a mirar. Me ha parecido una escena interesante, le digo. El problema de éste es que no habla mucho, lo cual me mosquea todavía más. Lo único que me dice es que el esqueleto no es de un zorro. El otro sigue balbuceando, diciendo que menuda mierda, que esto no debería de existir… Claro, y yo pienso: ¿Que no debería de existir? ¿Quién, yo? ¿Los putos ecologistas?. ¿El zorro atropellado? ¿La carretera? ¿Gente qué molesta a los cazadores y que no les deja hacer lo que les venga en gana con sus escopetas? ¿La conversación?…

Trás esto, una de sus pocas neuronas debió de funcionar y decidieron irse sin llamar a la Benemérita y sin utilizar sus escopetas. Ambos personajes se meten en el coche y al irse están a punto de pasar por encima del animal con una de las ruedas. Les digo que tengan cuidado que lo van a volver a atropellar y “mi amigo” me dice que le dén por ahí y termina gritando:

-¡¡Menuda mierda, esto no debería de existir!! ¡¡Esto con Franco no hubiera pasado!! ¡¡No hubiera pasado!!

Pues nada, allí me tenéis como un pasmarote con cara de lelo tratando de entender lo que acaba de ocurrir. Volví a la faena un rato más y cuando ya tenía la imagen que buscaba me marché por donde había venido.

Se pueden sacar varias conclusiones de todo esto, pero con la que me quedo es que con gente así, con esa mentalidad, no me extraña que aparezcan aves envenenadas, con disparos y demás atrocidades, que tipos como éstos son capaces de hacer sin ningún tipo de remordimiento y encima pensado que lo que están haciendo es lo correcto.

Pues nada, ya sabéis, cuidadín con los ecologistas que os están vigilando…

©Juan Luís de Grado