En el día internacional de las aves la Sociedad Española de Ornitología (SEO) ha establecido diferentes actividades en los parques de la ciudad para la difusión de la defensa de las mismas. Entre están actividades están las rutas guiadas y el anillamiento de las aves con fines científicos. Estas actividades delante del público en general, y en concreto con los niños acompañados de sus padres, son la esperanza de un futuro cultural donde el hombre viva más en armonía con la Naturaleza a la que pertenece y de la que depende.
©Pablo S. Torras / countrysessions.org
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De las manos expertas del voluntario de la S.E.O. comprobamos que en esta rápida tarea del anillamiento, las aves apenas sufren y en el caso de duda siempre prevalece el bien del animal. El proceso comienza situando unas redes en zonas de sombra, donde apenas son visibles para los animales. Las redes están especialmente diseñadas con un hilo y unas formas embolsadas para no producir ningún daño. Una vez que caen ellas las aves, se las introduce en una bolsa de tela para que con la oscuridad el animal se tranquilice.
©Pablo S. Torras / countrysessions.org
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Posteriormente se hacen las mediciones de las plumas de las alas y del tarso. Luego, estuvimos aprendiendo cuáles eran las plumas más largas, la diferencia entre las plumas nuevas y las antiguas, y entre las aves del año y las adultas. Luego pasamos a ver todos los datos reveladores del pecho del ave. Pudimos saber si había perdido plumaje para que quedaran más al descubierto los vasos sanguíneos y transmitiesen más calor a los huevos, comprobamos su nivel de musculatura, y si tenían más o menos reservas de grasa que nos indicara si estaba bien alimentado o si la estaban acumulando para el viaje migratorio.
©Pablo S. Torras / countrysessions.org
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Tras el pesaje, la puesta de las anillas se hizo con suma delicadeza para que no se pudiera enganchar la anilla con nada, ni se rozara con la pata del animal de tal manera que le pudiera producir herida alguna.
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Finalmente, viene el toque mágico. Para que los niños comprueben, de primera mano y nunca mejor dicho, que el animal no sufre, se le deposita en la palma de la mano de uno de ellos, y tras un pase “hipnótico” del experto anillador, el ave se queda tumbado boca arriba sin moverse y sin que nada le sujete. Un leve toque y el pájaro echa a volar nuevamente en libertad.
Una experiencia que ese niño nunca podrá olvidar.
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