Salamanquesa Rosada

Un lunes más os mostramos una fotografía destacada de los portfolios de nuestros fotógrafos de Country Sessions. En esta ocasión, pasamos por el cuarto oscuro una imagen de nuestro fotógrafo Armando Aguilera.

salamanquesa-para-el-blog

© Armando Aguilera / countrysessions.org

Datos de la fotografía:
Cámara  Canon EOS 1D MarkIII
Objetivo 100 mm f2.8 Macro IS USM
0,55
seg. a f25, ISO 100

A las salamanquesas es frecuente verlas cazando alrededor de una bombilla, en los muros y techos de las casas de campo por la noche, y cuando corren adoptan posturas inverosímiles. Durante el día permanecen escondidas bajo piedras, en grietas y oquedades, entre la corteza de troncos, cartones o cualquier otro refugio.

Es frecuente que durante las batallas territoriales pierdan la cola, que se regenera, pero entonces aparece lisa, sin tubérculos.

En este caso se trata de una salamanquesa rosada (Hemydactylus turcicus). Familia GEKKONIDAE

Se ha prestado mucha atención a las patas de los gecos, ya que se adhieren a muchos tipos de superficies, sin necesidad de líquidos o de tensión superficial. Recientes estudios de las «setae» (pelillos) de las plantas de los pies de los gecos han demostrado que las fuerzas atractivas que mantienen al geco adherido a las superficies son las fuerzas de Van der Waals (atracción que tienen entre sí átomos, moléculas y superficies). Es notable que en estas interacciones no estén involucrados líquidos o gases, ya que en teoría unas botas hechas con setas sintéticas podrían adherirse fácilmente a cualquier superficie.

Este espécimen fue fotografiado en condiciones controladas y luego soltado en el mismo lugar donde se capturó. (la terraza de mi casa).

Como curiosidad, quiero comentaros que en la región de Murcia a las salamanquesas se les llama las «pelás». El nombre le viene de las propiedades que dicen que poseen, pues «dejan calvo a aquél al que le cae una en la cabeza«. La facilidad con que caminan por el techo y su aspecto transparente, contribuyen a que no sea muy aceptada su imagen entre la población. En otras localidades afirman que es el escupitajo lo que deja a uno calvo.

Como os podéis suponer, nada de esto es cierto. He capturado muchas para medirlas (y soltarlas después), y todavía no estoy calvo (del todo). Es más, si fuera cierto, las clínicas de belleza te restregarían una por las axilas y otra por las ingles, y dejarían a un lado el láser.

© Armando Aguilera / countrysessions.org