Las Lagunas de Villacañas han pasado de ser un auténtico vertedero a una pieza clave de la emigración de anátidas.
Este artículo viene a ser un homenaje a todos aquellos biólogos y voluntarios empeñados en recuperar los ecosistemas que a primera vista nos parecen inútiles y poco rentables económicamente, pero cuyas especies endémicas (únicas en todo el mundo) pueden resultar la clave de la salvación de nuestra prepotente especie.
© Pablo Torras/www.countrysessions.org
Un ejemplo de ellos son estas plantas que se desarrollan en ambientes hipersalinos, cuestionando todas posibilidades de vida y que nos regalan sus extrañas formas producidas por los cristales de sal que expulsan por sus hojas.
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Siempre creemos que la rentabilidad económica debe ser la prioridad, más en estos tiempos de crisis, pero resulta que el polígono industrial cercano que abastecía de puertas a la toda la industria inmobiliaria y que consideraba estas lagunas poco más que unas escombreras y una pista de motocross, ahora éste sufre los efectos de la ambición especulativa y ve, en las visitas de más de 4.000 personas a las lagunas cada año, una fuente de ingresos.
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Este reportaje realizado en abril del 2006, gracias al aviso de unos amigos aficionados a la ornitología, está ya hecho en medio de una campaña de recuperación del humedal que culminaría con el premio a la Fundación Global Nature por su labor durante 20 años, limpiando basuras, plantando vegetación autóctona y permitiendo la depuración de sus aguas.
Entonces no contaba ni con los observatorios ni los objetivos de ahora pero ya pude observar la importancia de dicho lugar. El tren de la vida me dio la oportunidad de visitar un sitio emblemático cuando todavía era apenas conocido:
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Especies como el Pato Cuchara o el pato Tarro blanco, que luego pude fotografiar mejor en otro humedal manchego como el de las Tablas de Daimiel, las pude ver deambular tranquilamente por sus aguas
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Los flamencos que deben su color a los crustáceos y algas de los que se alimentan en el fondo de la laguna chasqueando su pico en ángulo.
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Su elegante vuelo planeador,
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Que contrasta con sus despegues en los que parecen un correcaminos sobre las aguas,
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Y con sus aterrizajes en los que les basta poner una de sus patas en contacto con el agua para dejarse arrastrar y trazar una línea en el agua como si estuvieran haciendo patinaje artístico.
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Todo un espectáculo en medio de un caluroso secarral salino.
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Ayuntamiento de Villacañas
Texto y fotografías: © Pablo Torras/www.countrysessions.org
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Preciosas fotos y estupendo blog. Enhorabuena. Ojalá se conserven estas y otras «islas» de biodiversidad en un mundo cada vez más antropizado. Y gracias. Un abrazo.
Sorprendido! soy muy aficionado a la naturaleza y suelo ir de vez en cuando a observar aves.Este pequeño tesoro lo ignoraba.
Gracias Pablo por el descubrimiento y las fotos.