La Naturaleza es sabia… los hombres no.

Hace unos días se hacía pública la noticia: las plagas de topillo que desde el año pasado asolaban los campos de Castilla se han autoregulado solas. Los científicos han demostrado que situaciones atípicas como éstas se solucionan por si solas, y hasta que esto pasa, el hombre no deja de poner venenos y quemar campos en su afán de controlarlo todo, por encima de la ley de la naturaleza.


Fotografía: ©Andrés López / countrysessions.org

Aunque la Consejería de Agricultura de Castilla y León -la comunidad más afectada- se ha gastado más de 24 millones de euros en soluciones para erradicar los topillos del campo, resulta que estos animales por si solos se han controlado. Una vez que se producen las densidades más altas empiezan a actuar varios factores, endógenos y exógenos, que devuelven la plaga a su nivel poblacional de partida. Intervienen, entre otros, los parásitos internos y externos, el contagio de enfermedades bacterianas (como la tularemia), la depresión del sistema inmunológico, la desnutrición, el incremento del estrés fisiológico, la agresividad intraespecífica por las altas densidades y el confinamiento en el espacio, y el efecto «llamada» que ejerce la abundancia de presas sobre los depredadores de todo tipo (cigüeñas, garzas, comadrejas, lechuzas, zorros) Precisamente los menos evidentes, como parásitos y bacterias, suelen ser muy eficaces en su trabajo.


Quema de rastrojos en Segovia, con la excusa de la plaga del topillo.
Fotografía: ©Andrés López / countrysessions.org


Concentración de cigüeñas en un campo quemado de rastrojos en Segovia,
con la excusa de la plaga de topillos. Fotografía: ©Andrés López / countrysessions.org

Estos factores naturales, que actúan sinérgicamente, son los auténticos protagonistas de la victoria contra la plaga, independientemente de que se haya utilizado veneno o no, o se hayan quemado miles de hectareas de campo agrícola. Y es que los estudios han demostrado que el descenso de poblaciones de topillo ha sido el mismo en campos envenenados que en los que no se ha aplicado ninguna solución «artificial«.


Retén de incendios para evitar la propagación del fuego de la quema de rastrojos.
Fotografía: ©Andrés López / countrysessions.org

Bendito pais que se gasta 24 millones de euros en «tontás» sin hacer caso ninguno a los biólogos y a los que se supone que saben de esto algo.

©Andrés López / countrysessions.org