Lincesas preñadas y obispos contra el aborto.

Y es que ya es casualidad. El pasado viernes aparecía atropellada una lincesa en el entorno del Parque Nacional de Doñaña. Estaba preñada de dos cachorros, pero según el resultado de la necropsia, había sido tiroteada.

Los perdigones no habían afectado a organos vitales, pero si es muy posible que la lincesa se hubiera  visto limitada en sus movimientos o reflejos debido a las heridas, por lo cual el atropello podría haber venido también derivado de los disparos. Osea, jodida, tiroteada y atropellada. Qué suerte la del lince, porque llevamos con noticias así desde hace mucho tiempo y lo único que hacen evidente es que el lince, el felino más amenazado del planeta, debe ser protegido con todos los medios disponibles.

©Andrés López / countrysessions.org

Casi al mismo tiempo, dos días después del atropello de la lincesa, la Conferencia Episcopal española presenta una campaña publicitaria de vallas y panfletos donde argumentan que el medio ambiente está más protegido que la vida humana. Desde luego estoy convencido que los obispos han ido a mala leche con la campaña, porque no se podía haber diseñado algo tan polémico. Para ilustrar la campaña utilizan una imagen de un cachorro de lince y la de un bebe de apenas un año de edad. Los dos muy simpáticos.

©Andrés López / countrysessions.org

Desde luego, la comparación sobre qué es más importante proteger, no termino de encajarlo. Bajo mi opinión, el hecho en sí del cartel comparativo es insultante. Y lo que más rabia me da, es que los obispos españoles si se han permitido el lujo de comparar la conservación del lince con la decisión de las mujeres sobre si quieren ser madres o no. Y si ahora los que no estamos de acuerdo con su campaña opinamos, tenemos que hacerlo utilizando su misma insultante comparativa. Allá va: La población mundial de humanos está en 6.000 millones de personas. La población de nuestros desgraciado Lince ibérico no llega a 250 ejemplares. Lo siento, he entrado en la discusión fácil que los obispos pretenden.

Y es que en este país de pandereta, siempre hemos tenido mucho gusto por mezclar churras y merinas. Y hasta la iglesia se apunta a este deporte nacional, cuestionando la opinión de una buena parte de la sociedad que, como yo, cree que poder abortar nos hace más humanos. Osea, nos hace un poco más animales, que es lo que realmente somos (y que no nos viene nada mal). Porque, como el resto de especies animales de este planeta, parten del principio básico de supervivencia de la especie, y por lo tanto pueden decidir qué cachorro o polluelo, más débil, debe morir por el bien del resto. O como las aves, que abandonan el nido con los huevos ya incubandose, ante cualquier riesgo de peligro para los padres. El principio de supervivencia les condiciona a abandonar a sus futuros hijos, e intentarlo en otro sitio más seguro. Los animales pueden hacer estas cosas, les sale de los genes, como nos avanzó Charles Darwinahora que está tanto de moda– pero evidentemente los animales no tienen problemas éticos inducidos, porque no tienen religión ni iglesias católicas que les dirijan o intenten dirigirles.

Y digo yo: ¿pero que le ha dado a este país con el pobre Lince ibérico? Desde que supimos hace unos pocos años que era el felino salvaje más amenazado de la tierra y se volcaron todos los esfuerzos políticos y económicos para intentar frenar la extinción anunciada, el desgraciado Lince está en boca de todo el que quiere poner en entredicho cualquier desacuerdo: ¿que por qué se gasta tanto dinero en «la alimaña esa que no sirve pa na, ni pa comé…» y estamos todo el país en el paro? ¿O por qué se gasta el dinero en sueldos para biológos que estudian al Lince, y no tenemos médicos? O como ahora, según los obispos: ¿por qué quién mata a un Lince puede ir a la carcel, pero quién se somete a un aborto, no?

Lo que si me temo, es que el lince lo único que va a sacar de esta campaña, es de nuevo ponerse en entredicho en medios de comunicación y bocas con mala leche -de las que estamos habituados a ver en televisión y radio- sobre la justificación del dinero que se invierte en su conservación, y poco a poco mellando un poquito más los esfuerzos de un montón de personas de este país –entre las que hay partidarias y no partidarias del aborto– por recuperar a nuestro más bello felino sálvaje y uno de los últimos grandes carnívoros de Europa.

Pero ¿y los obispos? ¿que sacan con esta campaña? porque por más que lo pienso, no le encuentro más sentido que la de «tocar los huevos» (hablando claro). No creo que el mensaje sirva para captar fieles devotos (porque ya lo son), ni creo que tampoco sirva para convencer a personas que piensan como yo (y somos muchas). Tampoco creo que sirva para convencer a las más de 100.000 mujeres que todos los años abortan ilegalmente en España, porque desde luego, cuando estás preñada con 15 años, no creo que te convenza un cura de que sigas adelante, si tu intención es abortar porque sabes que se te ha quebrado la vida. Entonces, ¿para que sirve esta campaña? ¿hay realmente algún sector o segmento de la sociedad española susceptible de ser convencido con un cartel que denuncia el exceso de medidas de conservación del lince ibérico, del águila imperial, o del Lagarto gigante canario, contra la falta de protección de la sociedad hacia los niños de aproximadamente un año de edad? porque eso es lo que hay en el cartel: un niño muy simpático de aproximadamente un año de edad.

©Andrés López / countrysessions.org

Así que vamos a discutir esa supuesta falta de protección de los niños españoles de apenas un año, con algunos ejemplos fáciles y baratos de comprobar (si se tiene el suficiente valor para comprobarlo): ¿alguien ha probado a aproximarse a una playa en verano con una cámara de video en la mano para filmar a un grupo de niños en bañador haciendo un castillo de arena? Probad y me decís luego cuantas ostias (y no me refiero a esas de los curas) os han pegado los padres, y cual es la sentencia del juicio que has tenido que pasar por realizar esa filmación vulnerando el permiso expreso de los padres y la intimidad y derechos del menor (por supuesto, a partir de ese momento, además eres un posible pederasta). Otro ejemplo: cuando vayas a la compra con los enanos, cruzale la cara al cabrito del niño que no deja de dar porsaco porque quiere que le compres algo y no consientes… Te vomita en la compra, se tira al suelo pataleando, te insulta con esas palabritas que ha aprendido en el patio del colegio de monjas… y tu, como padre que sabe que una torta a tiempo es muy beneficiosa, pues se la das. Y se te cae el pelo… porque se te puede ahora acusar de maltrato, violencia doméstica, te pueden poner una orden de alejamiento o incluso no poder ver al niño.

Los niños de apenas un año están muy protegidos en este país. Yo diría que incluso demasiado. Con lo cual, vuelvo a preguntar ¿que buscan los obispos con esta campaña? Aaaah… que hablan del feto, de noseque embrión, de noseque semanas de gestación… ¿y que coño tiene que ver el lince con esto? ¿y el simpático bebe de apenas un año?

Por cierto, la foto del cartel está tomada en el Estadio del Rayo Vallecano,, en Madrid que regenta una conocida familia de «la obra«. Será por eso que los obispos han dicho que la campaña ha tenido un «coste modesto«. No se que opinarán del cartel los hinchas de este equipo de futbol del barrio de Vallecas en el próximo partido,  hinchas de conocida ideología «progre«, como todo el barrio. Y también me gustaría saber la opinión de las muchas ONG’s que se las ven «moradas» para comprar comida y vacunas con las que paliar las hambrunas y epidemias de tantos y tantos paises del tercer mundo, y que con el «coste modesto» de esta campaña seguro que hubieran solucionado algunos problemillas.

Concluyo mi opinión: Señores obispos, cambien de creativo publicitario, dediquense a dar misa a quién quiera oirla, gasten el dinero en los que más lo necesitan, y dejen en paz a las lincesas preñadas, que bastante jodidas están.

©Andrés López / countrysessions.org