Mar de sal en el desierto.

Fue una tarde de Abril y cuatro amigo en un 4×4 por el desierto más grande del mundo. Fuimos derechitos a la trampa pensando que era el típico espejismo de agua y queríamos ver que pasaba, porque en teoría, cuanto más te acercas al espejismo, éste también se aleja.


©Angel Trotter / countrysessions.org

Pero este mar de sal no se alejó, sino que casi nos engulle. Y para colmo de males, el conductor se perdió. Osea, que estaba todo dispuesto para poder decir que nos habíamos perdido en el Sahara.

Yo soy un tío optimista y ya empezaba a canturrear el tema de Sting «Tea in the Sahara», pero no teníamos agua, faltaba poco para el frío anochecer del desierto y tampoco llevábamos ropa para pasar la noche.


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Pero Alá escuchó nuestras plegarias y pasado un buen rato vimos a lo lejos un camión. Depues de sacar el coche del barro fuimos tras su estela de polvo y arena hasta que el conductor creyó reconocer un bidón de aceite de esos grandes que en el desierto se usan para marcar las rutas entre los campamentos. Estábamos salvados.


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Por fin llegamos a las dunas donde esa noche teníamos pensado pasar la noche y pudimos disfrutar una vez más de una de las puestas de sol que se puedan contemplar en el desierto.

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