Parque de Vigeland de Oslo (Noruega). Un paseo por las Emociones y las Edades del hombre

En esta ocasión vamos a acceder a un museo al aire libre, probablemente el más famoso de Oslo, el Parque de  las esculturas de Vigeland, un placer para los sentidos y el tiempo humanos, del que no saldremos indemnes.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

En este mismo blog ya hemos visitado algunos de los museos más famosos de Oslo en Noruega, pero quizás nos queda el más representativo, emblemático, y por suspuesto el más grande. El Parque Museo al aire libre más grande dedicado a un sólo escultor: Gustav Vigeland

Y es que este parque nos ofrece una ocasión en que las imágenes hablan más que las palabras y es difícil transmitir la fuerza de sus emociones a través de las edades del hombre. Sirva esta entrad del blog a modo de pequeña introducción a otras entradas

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

Este viaje comienza con la infancia confiada, con las sensaciones que van desde el compañerismo y los juegos con los padres donde el niño experimenta por primera vez la sensación de sentirse querido incondicionalmente y que le dará la fuerza necesaria para acometer todas sus empresas, hasta las del enfado e incluso el berrinche por la no comprensión de las propias limitaciones y que gracias a la gente de de su alrededor, padres, madres, abuelos, iguales, etc. aprenderá a canalizar esas energías de la rabieta para expresarse de una manera más asertiva y ponerse en camino con determinación para alcanzar sus fines de unas forma más adaptativa. A esto le llamamos el aprendizaje social de  la Tradición, que sentará las bases para que podamos finalmente tomar libremente nuestras propias decisiones distintas a todo lo hecho anteriormente.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

La filogenia y la ontogenia nos han permitido descubrir que el desarrollo de un individuo de especies más evolucionadas repite y acumula los pasos de las especies anteriores menos desarrolladas, y sólo en los últimos momentos empieza a diferenciarse con las características propias de su especie y finalmente las propias como individuo.

Igualmente, como diría R. Garaudy, ocurre a  nivel cultural y social:

“ La vida se desarrolla en sentido inverso de cómo la juzgamos corrientemente: nacemos muy viejos, y puede sucedernos, a veces, que conquistemos a tirones una verdadera juventud….nacemos tan saturados del pasado que por sí mismos nada podemos originar

Y aquí comienza el testimonio de la revolución: ¿cuántas veces en nuestra vida hemos llegado a tomar verdaderas decisiones? Quiero decir decisiones que no nacen de la rutina ni de la simple revuelta o negación.

El animal es un conjunto de respuestas. El hombre lo es de problemas o cuestiones. Su acción no está adaptada al medio, más bien lo transforma”.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

El equilibrio del hombre es estar en continuo desequilibrio, en continuo cambio. Como la bicicleta, no puedes parar de pedalear si no quieres quedarte estancado. Los animales al principio sólo se rigen por instintos, pero a medida que van evolucionando las especies gradualmente son más capaces de influir en su ambiente y ser más conscientes de su individualidad.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

 Finalmente llegamos a la madurez, donde hay un tiempo para la contemplación, un tiempo para tristeza (el dolor de una pérdida) y para el miedo, donde nos tapamos la boca porque nos faltan las palabras cuando perdemos pie y no nos sentimos con fuerzas para continuar. Son emociones necesarias que nos invitan a la reflexión,  a la retirada para recuperar fuerzas, a situarnos en el nuevo escenario, a descubrir esas habilidades que tenemos y no enfrentar los problemas temerariamente, sin ninguna posibilidad de éxito.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

Las emociones nos hablan de nosotros mismos, de nuestros enfados y alegrías, ya que podemos enjuiciar opiniones y tener distintas ideas sobre las cosas, pero no podemos negar eso que sale de nuestras entrañas. Sin amor podemos funcionar como las máquinas, pero no podemos existir. Esas emociones que hemos aprendido en la infancia a manejar, son la motivación para el cambio y no podemos solamente instalarnos en ellas, ya que sólo son las señales para ponernos en marcha, para conducirnos a la alegría de vivir y a la fuerza para acometer nuevos proyectos.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

También hay tiempo para la alegría, el juego y la pasión con los otros. Pero el otro no nos lleva sólo a la contemplación de nosotros mismos, que sería un simple egoísmo a dos, ni si quiera tan sólo el mirar los dos en la misma dirección para confirmar nuestras opiniones, sino que también es aquél que difiere de mí mismo, que por el bien suyo y nuestro necesita de su tiempo de aislamiento, porque la amistad es más que la suma de las partes, es un organismo vivo nuevo y creador, diferente a cada una de ellas.

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

Como también decía R.Garaudy: “El amor nos dice lo mismo que la muerte…estamos invitados por él a salirnos de nosotros mismos, a sobrepasar nuestras fuerzas, a dar al otro eso que hay en nosotros que ni siquiera conocemos….”

© Pablo Torras/www.countrysessions.org

“La mayor prueba de amor es que el otro sea fiel a sí mismo. Incluso si eso nos hace sufrir, se trata de un sufrimiento fecundo porque nos lleva a desprendernos de nosotros mismos….Estamos abrazando a un ser libre, lleno de posibilidades que incluso se nos escapan…”

Ya lo resume la canción:

(pincha sobre el enlace  si quiere oirla)

«hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir
un tiempo para plantar y un tiempo para cosechar
un tiempo para destruir y un tiempo para construir
y un tiempo para llorar y hay un tiempo para reír
hay un tiempo para desistir y un tiempo para intentar
un tiempo para odiar y un tiempo para amar.»

Para saber más sobre el museo pinchar sobre el enlace: Parque de Vigeland

Texto y Fotografías:© Pablo Torras/www.countrysessions.org